Corriendo a los brazos de la tranquilidad y la calma….

Imagínate que estás corriendo por unos de los pueblos más siniestros y peligrosos que existen. El corazón a todo galope esperando el momento de un ataque seguro, los ojos cansados, los pies no se apuran lo suficiente.
 
Sin embargo, la atraviesas y, del otro lado, encuentras gente extraordinaria. En un país con la reputación de Venezuela, de violencia y crimen, encuentras la gente más extraordinaria que puedas imaginarte.
 
Una camioneta frena con un chirrido, pero en vez de enfrentarnos con un arma, nos enfrentamos con dos sándwiches de huevo que son depositados en nuestras manos. Un auto para detrás, y por la ventanilla nos ofrecen 200 Bolivianos (suficiente para pagar una cena para los dos). Una mujer nos llama para charlar y sin que nos demos cuenta, nos deja una piña jugosa en el carrito. Un camión nos hace seña de parar, y el chofer nos ofrece su casa para lo que queramos, por el tiempo que queramos.
 
Hemos acampado en jardines, en patios, en medio de gallinas y gallos cantores, de cachorritos chillones, de chanchos gruñones y de niños alegres. Hemos conversado con una familia local sobre la vida en la Gran Sabana Venezolana y con una comunidad de indios de las Guayanas sobre su vida como Arawaks y ahora como venezolanos en los pueblos mineros. No siempre hemos logrado dormir, pero ¡guau!, hemos conocido gente increíblemente generosa y fascinante.
 
Hoy llegamos a Guasipata, un pequeño pueblo anidado al pie de unas colinas boscosas. Un auto nos hizo señas al pasarnos en la ruta y dos hombres bajaron corriendo para pedirnos que los siguiéramos hasta su pueblo: eran dos colegas ecologistas. Al llegar, un pequeño grupo se había reunido para recibirnos, entre ellos el intendente, algunos concejales y amigos. Corrimos hacia ellos al compás de sus aplausos y bajo los colores de la bandera venezolana que agitaban en sus manos.
 
Fue muy emocionante, y nos dio un poco de vergüenza también, sobre todo cuando asentíamos con la cabeza y decíamos que sí, cuando nos decían lo maravillosos que éramos…¡Nosotros! ¡Creíamos que nos decían lo maravillosa que era la vida salvaje de Venezuela!
Nuestros nuevos amigos, Eduardo y Valentino, ya habían planeado un encuentro con la comunidad, y más comida con sus amigos. También habían avisado a todos los pueblos por los que pasaríamos en los próximos días, para asegurarse de que tendríamos amigos en todos los lugares adonde llegáramos.
 
Pero ahora debemos dormir, ya que comenzaremos a correr a las 4 de la mañana (algo a lo que jamás me acostumbraré) pero que es esencial: debemos meter kilómetros antes de que el sol se despierte.
 
Si quieres saber más sobre la Gran Sabana Venezolana por la cual estamos corriendo, y que es el marco en el que se encuentran las cataratas más altas del mundo, las Cataratas del Salto del Ángel, y los estupendos tepuís (unas formaciones rocosas increíbles que se elevan en la sabana y que son el hábitat de una flora y fauna endémica), lee el blog en español de Morelia Morillo, con quien compartimos nuestras primeras noches en Venezuela.
 

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